México.- A 15 años de que el corazón de Rigo Tovar dejara de latir a causa de un paro cardiorespiratorio, su figura y su legado musical siguen vigentes, gracias a temas como Mi Matamoros querido, Mi amiga, mi esposa y mi amante o El sirenito, entre muchos otros que el cantante oriundo de Matamoros, Tamaulipas, logró colocar en el gusto del público que abarrotó plazas, arenas, auditorios y teatros de todo el país para verlo cantar en una época en la que la industria del entretenimiento exigía a las figuras de la música, entre otras cosas, la venta de millones de discos.
Rigoberto Tovar García nació el 29 de marzo de 1946, tuvo ocho hermanos y su madre le puso el nombre en honor a un trapecista del Circo Unión.
Aunque posteriormente se convirtió en el artista que México recuerda -quien vendió más de 30 millones copias de sus 27 discos-, en sus inicios, tanto en Matamoros, como en Houston, trabajó en farmacias, fábricas y en oficios como tapicero, albañil, ayudante general, soldador, mesero e intendente.
Aprendió inglés, italiano y francés, hasta alcanzar su sueño en la música, creando un género que combinaba la nostalgia con la modernidad.
Rigo Tovar también se convirtió en galán de cine al participar en cuatro películas: Rigo es amor, Vivir para amar, El gran triunfo y Memorias de un mojado. Incluso -a raíz de que un día tuvo que llegar al escenario y descender a este desde un helicoptero-, se creó el mito de que en Monterrey juntó más gente que el Papa Juan Pablo II, con 400 mil personas.
Rigo Tovar decidió retirarse de los escenarios y la música en 1995, pues su salud empeoró por su adicción a las drogas y la depresión, tras la pérdida de su madre -en 1974- y la muerte de su hermano, a causa del terremoto del 19 de septiembre de 1985. Finalmente, fue el 27 de marzo de 2005 que México dijo adiós a los 58 años, día también el que empezó a escribirse el primer capítulo de una leyenda.