Ankara, Turquía (Agencias).- A cien días de la muerte del periodista Jamal Khashoggi, un caso que dio un golpe seco al gobierno de Arabia Saudita y por el cual 11 sospechosos están siendo procesados, el caso sigue igual de enredado que al principio, pues hasta ahora se desconoce quién está detrás de su asesinato y el destino de su cuerpo.

Activistas de Amnistía Internacional (AI) exigieron en el centésimo día del crimen una investigación internacional independiente del caso frente al Consulado de Arabia Saudita en la ciudad turca de Estambul, en cuyo interior ocurrió el asesinato de Khashoggi el pasado 2 de octubre.

El caso se convirtió en un escándalo internacional porque se trataba de un fuerte crítico de la corona saudita asesinado en el consulado de Riad por un comando de ese país, integrado por 15 personas que llegaron a Estambul ese mismo día y más tarde salieron de Turquía, según las primeras pesquisas turcas.

Las autoridades de Turquía arrancaron la investigación luego de que la futura esposa de Khashoggi, Hatice Cengiz, denunció que el columnista ingresó a la representación diplomática saudita para realizar trámites para casarse, pero que nunca salió del complejo, en cuyo exterior ella lo había esperado por horas.

Los investigadores turcos revelaron imágenes de las cámaras de seguridad que confirmaban que Khashoggi entró al consulado, al cual poco después ingresaron vehículos diplomáticos en los que presuntamente viajaba el comando de agentes sauditas, y fue entonces cuando Ankara denunció su asesinato.

Khashoggi fue por décadas asesor del gobierno saudita, pero el año pasado huyó del país y se exilió en Estados Unidos, donde comenzó sus colaboraciones para The Washington Post, en particular con críticas hacia el gobierno saudita, principalmente del príncipe heredero Mohammad bin Salman.

El periodista de 59 años, quien temía ser arrestado por sus discrepancias con el príncipe que sucederá al rey Salman, visitó el consulado en Estambul el 28 de septiembre para hacer los trámites que necesitaba, pero le dijeron que tendría que regresar el 2 de octubre, cuando fue visto por última vez.

Antes de entrar, Khashoggi le dio dos teléfonos móviles a Cengiz y le dijo que si no regresaba llamara a un asesor del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y fue el propio mandatario quien posteriormente denunció por primera vez que se trató de un asesinato planificado.

 

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